Pero
fue Jesús mismo quien en el
Siglo XVII en Paray-le-Monial, Francia, solicitó a través
de una humilde
religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la
devoción a su
Sacratísimo Corazón.
El
16 de Junio de 1675 se le
apareció Nuestro Señor y le mostró su
Corazón a Santa Margarita María Alacoque. Su
Corazón estaba rodeado
de llamas de amor, coronado de espinas y con una herida abierta de la
cual
brotaba sangre y, del interior de su Corazón salía una
cruz.
Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor
decir: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los
hombres y en cambio, de la
mayor parte de los hombres, no recibe nada más que ingratitud,
irreverencia y
desprecio, en este Sacramento de Amor”. Con éstas palabras
Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la
devoción a su Sagrado
Corazón.
Letanías al Sagrado
Corazón de
Jesús
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos
A las siguientes invocaciones se
responde:
“Ten
piedad de nosotros”
Dios Padre celestial, ...
Dios Hijo, Redentor del mundo, ...
Dios, Espíritu Santo, ...
Santísima Trinidad, ...
Corazón de Jesús, Hijo del
Eterno
Padre, ...
Corazón de Jesús, formado
en el seno
de la Virgen Maria por obra del Espíritu Santo,...
Corazón de Jesús, unido
sustancialmente al Verbo de Dios, ...
Corazón de Jesús, templo
santo de
Dios, ...
Corazón de Jesús,
tabernáculo del
Altísimo, ...
Corazón de Jesús, casa de
Dios y
puerta del cielo,
Corazón de Jesús, horno
ardiente de
caridad, ...
Corazón de Jesús,
santuario de la
Justicia y del Amor, ...
Corazón de Jesús, lleno de
bondad y
de amor, ...
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ..
Corazón de Jesús, digno de
toda
alabanza, ...
Corazón de Jesús, Rey y
centro de
todos los corazones, ...
Corazón de Jesús, en quien
se hallan
todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ...
Corazón de Jesús, en quien
reside
toda la plenitud de la divinidad, ...
Corazón de Jesús, en quien
el Padre
se complace,
Corazón de Jesús, de cuya
plenitud,
todos hemos recibido, ...
Corazón de Jesús, deseado
de los
eternos collados, ...
Corazón de Jesús, paciente
y lleno
de misericordia, ...
Corazón de Jesús, generoso
para
todos los que le invocan, ...
Corazón de Jesús, fuente
de vida y
santidad, ...
Corazón de Jesús,
propiciación por
nuestros pecados, ...
Corazón de Jesús,
triturado por
nuestros pecados,
Corazón de Jesús, hecho
obediente
hasta la muerte, ...
Corazón de Jesús,
traspasado por una
lanza, ...
Corazón de Jesús, fuente
de todo
consuelo, ...
Corazón de Jesús, vida y
resurrección nuestra, ...
Corazón de
Jesús, paz y reconciliación nuestra, ...
Corazón de Jesús,
víctima por los
pecadores, ...
Corazón de Jesús,
salvación por los
que en ti esperan, ...
Corazón de Jesús,
esperanza de los
que en ti mueren, ...
Corazón de Jesús, delicia
de todos
los santos, ...
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de
Corazón,
haz nuestro corazón semejante al vuestro.
Las doce promesas del Sagrado
Corazón de Jesús
1.-
A las almas
consagradas a mi CORAZÓN les daré las gracias
necesarias
para su estado (Condición Civil de vida
Legal).
2.- Daré PAZ
a sus Familias.
3.- Las consolaré en todas sus
aflicciones.
4.- Seré un amparo y refugio seguro
durante la
vida, especialmente a la hora de la
muerte.
5.- Derramaré bendiciones abundantes
sobre sus
Empresas.
6.-Los pecadores hallarán en mi
Corazón la
Fuente y el Océano infinitos de las
Misericordias.
7.-Las almas tibias se harán
fervorosas.
8.- Las almas fervorosas se elevarán
rápidamente a gran
perfección.
9.- Bendeciré las casas en que la IMAGEN de mi
"SAGRADO
CORAZÓN" se EXPONGA y sea
HONRADA.
10.-Daré a los Sacerdotes la Gracia de
mover
corazones pecadores
empedernidos.
11.- Las personas que PROPAGUEN
ésta Devoción, tendrán
escrito su nombre en mi
Corazón
y jamás será borrado de
Él.
12.-
A los que COMULGAREN en el Primer
Viernes por nueve meses consecutivos, les daré la GRACIA
de la “PENITENCIA FINAL".
Novena
al Sagrado Corazón de Jesús
I) ¡Oh
Jesús mío!
que dijiste:
“En verdad os digo:
Pedid y recibiréis, buscad y
encontraréis, llamad y os abrirán”: He ahí
porque
yo llamo, yo busco, yo pido la
gracia... (:Mencione la gracia que se desea)
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Sagrado
Corazón de Jesús, en Vos confío.
II) ¡Oh Jesús mío!
que dijiste: “En verdad os digo,
todo aquello que pidiereis en
mi Nombre al Padre, Él os lo concederá”: Eterno
Padre, en Nombre de tu Hijo Jesucristo, yo pido la gracia ... (Pedid la
gracia).
Padre
Nuestro, Ave María y Gloria.
Sagrado
Corazón de Jesús, en Vos confío.
III) ¡Oh Jesús mío!
que dijiste: “En verdad os digo,
pasarán los cielos y la
tierra, pero mis palabras, jamás pasarán”: He
ahí,
que basándome en tus
santas palabras, yo pido la gracia ...(Pedidla)
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Sagrado
Corazón de Jesús, en Vos confío.
Oración final
¡Oh,
Sagrado Corazón de Jesús!
Al cual es imposible no sentir
compasión por los
infelices,
ten piedad de nosotros, pobres pecadores
y concédenos
las gracias que
pedimos
por medio del Inmaculado Corazón de María.
Amén
San José, custodio de los
Sagrados Corazones de
Jesús y de María, ruega por nosotros.
Para terminar, rezar la Salve.
Las dos biografías de los elegidos
del Señor para conocer y difundir en el mundo LOS SECRETOS
de su“SAGRADO CORAZÓN”
Santa Margarita María
Alacoque, depositaria de las Revelaciones del Sagrado Corazón de
Jesús y San Claudio de La
Colombière: Propagó el amor al Sagrado Corazón de
Jesús, tal
como lo recibió de la vidente Margarita.
SANTA
MARGARITA MARÍA ALACOQUE
Margarita nace el 22 de Julio de
1647 en el pequeño pueblo de Lautecour, en Francia, siendo la
menor de cinco hermanos.
Su padre Claudio Alacoque, era
juez y notario y su madre era Filiberta Lamyn.
El párroco Antonio Alacoque, que era
tío suyo, la bautiza a los tres días de nacida. Ella dice
en su autobiografía que desde pequeña le concedió
Dios que
Jesucristo fuera el único dueño de su corazón y un
gran horror al pecado, de
manera que aún la más pequeña falta, le resultaba
insoportable.
Un
Voto de Castidad
Siendo todavía una niña,
un día en la elevación de la Hostia Santa en la Misa, le
hizo a Dios la promesa
de mantenerse siempre pura y casta. Aprendió a rezar el Rosario
y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen
Santísima le
correspondió librándola de muchos peligros.
La llevan al Colegio de las Clarisas y a los 9 años hizo su
Primera Comunión. Dice: “Desde ese día, el buen Dios me
concedió tanta amargura en los placeres mundanos que aunque,
como
jovencita inexperta que era, a veces los buscaba, me resultaban muy
amargos y
desagradables. En cambio encontrabas
un gusto especial en la oración”.
Vino una enfermedad que la tuvo
paralizada por varios años; pero al fin se le ocurrió
consagrarse a la Virgen
Santísima y ofrecerle propagar su devoción y poco tiempo
después Nuestra Señora
le concedió la salud.
Era muy joven cuando quedó
huérfana de padre, entonces la mamá de Don Claudio
Alacoque y dos hermanas de él,
se pasaron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de
Margarita y sus 5
hijos se quedaron como esclavizados.
Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres no
salía nadie de la casa. Así que a
Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la
iglesia y la regañaban continuamente. Ella se retiraba a un
rincón y allí rezaba
y oraba.
En medio de tantas penas,
le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba
que ella imitara lo mejor posible
en la vida de dolor al Divino Maestro que tan grandes penas y dolores
sufrió en
su Pasión y Muerte. En adelante, a ella
no sólo no le disgusta que le lleguen las penas y dolores sino
que acepta
todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo
sufriente. Y lo que más le hacía
sufrir, era ver cuán mal y duramente trataban a su propia madre,
pero ella le
insistía a su mamá a que ofrecieran todo esto por amor a
Dios.
Una vez su mamá se enfermó tan
gravemente de Erisipela que el médico diagnosticó que
aquella enfermedad ya no
tenía curación. Margarita fue entonces a asistir a
la Santa Misa por
la salud de la enferma y al volver, encontró que la mamá
había empezado a sanar
de manera admirable e inexplicable.
Lo que más le atraía era el
Sagrario donde está Jesús Sacramentado en la Sagrada
Hostia. Cuando ibas al templo, siempre se colocaba
lo más cerca posible al altar, porque sentía un amor
inmenso hacia Jesús
Eucaristía y quería hablarle y escucharle.
A los 18
años, por deseo de sus
familiares, empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar
amistades y
fiestas sociales con jóvenes. Pero
esos pasatiempos mundanales, le dejaban en el alma una profunda
tristeza y su
corazón deseaba dedicarse más a la oración y a la
soledad, ... pero la familia
le prohibía todo esto.
El demonio le traía la
tentación de que si se iba de religiosa no sería capaz de
perseverar y tendría
que volverse a su casa con vergüenza y desprestigio. Rezó a
la Virgen María y Ella le alejó éste engaño
y tentación y
la convenció de que siempre la ayudaría y
defendería. Un día después de comulgar
sintió que Jesús le decía: “Yo soy lo mejor que en
esta vida puedes
elegir. Si te decides dedicarte a mi
servicio, tendrás paz y alegría. Si te quedas en el
mundo, tendrás tristeza
y amargura”. Desde entonces
decidió hacerse religiosa, costara lo que costara.
En el año 1671 fue admitida en la
comunidad de La Visitación fundada por San Francisco de Sales.
Entró
al convento de Paray-le-Monial y una de sus compañeras del
noviciado dejó
escrito: “Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad;
jamás
dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna y demostraba una
gran
paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que
recibía
frecuentemente”.
La pusieron de ayudante de una
hermana que era muy fuerte de carácter y ésta se
desesperaba al ver que
Margarita era tan tranquila y callada.
La Superiora empleaba métodos duros y violentos que
hacían sufrir fuertemente
a la joven religiosa, pero esta nunca daba muestras de estar
disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor
para que se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.
El 27 de diciembre de 1673 se le
apareció por primera vez el Sagrado Corazón de
Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9
a 12 de la
noche a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en
recuerdo de las 3
horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de
Getsemaní.
De pronto se abrió el sagrario
donde están las Hostias consagradas y apareció Jesucristo
como lo vemos en
algunos cuadros que ahora tenemos en las casas. Sobre el manto, su
Sagrado Corazón rodeado de llamas y con una
corona de espinas encima y una herida. Jesús señalando su
Corazón con la mano le dijo: “He aquí el corazón
que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe
ingratitud y olvido. Tú debes procurar
desagraviarme”.
Nuestro Señor le recomendó que se
dedicara a propagar la devoción al Corazón de
Jesús, porque el mundo es muy frío en amor
hacia Dios y es necesario enfervorizar a las
personas por este amor.
Durante 18
meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo y le
pidió que se celebrara la
fiesta del Sagrado Corazón de Jesús cada año el
Viernes de la semana siguiente
a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo. (Corpus)
El Corazón de Jesús le hizo a
Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta
hermosa
devoción. Por ejemplo: “Bendeciré las casas donde sea
expuesta y honrada la imagen de mi
Sagrado Corazón. Daré paz a las
Familias. A los pecadores los volveré
buenos y a los que ya son buenos los volveré santos.
Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la
comunión de los primeros Viernes de cada mes para pedirme
perdón por tantos
pecados que se cometen”, ... etc.
Margarita le decía al Sagrado
Corazón de Jesús: “¿Porqué no elije a otra
que sea santa, para que propague
estos Mensajes tan importantes? Yo soy
demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios”. Jesús
le dijo: “Te he
escogido a ti que eres un abismo de miserias para que aparezca
más mi poder; y
en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del
amor de mi
Corazón”.
Y le envió una chispa de la llama que ardía sobre
su
Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir
un amor grandísimo hacia Dios
y era tal el calor que le producía su corazón que en
pleno invierno, a varios
grados bajo cero, tenía que abrir la ventana de su
habitación porque sentía que
se iba a quemar con tan grande llama de amor a Dios, que sentía
en su
corazón. (Ojalá Dios nos diera a
nosotros una chispita de esas!)
Nuestro Señor le decía: “No hagas nada sin el permiso de
las
Superioras. El demonio no tiene poder
contra las que son obedientes”.
Margarita
enfermó gravemente. La Superiora le
dijo: “Creeré que sí son ciertas las apariciones de que
habla, si el Corazón de
Jesús le concede la curación”. Ella le
pidió al Sagrado Corazón de Jesús que la curara y
sanó
inmediatamente. Desde ese día su
Superiora creyó que sí en verdad se le aparecía
Nuestro Señor. Dios permitió
que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio
de la
Colombière; y ese hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en
la Compañía de
Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de
Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el
mundo.
Margarita fue nombrada Maestra de
novicias. Enseñó a las novicias la
devoción al Sagrado Corazón (que consiste en imitar a
Jesús en su bondad y
humildad y en confiar inmensamente en ÉL; en ofrecer oraciones,
sufrimientos, misas y comuniones para
desagraviarlo y en honrar su Santa Imagen) y aquellas jóvenes
progresaron rapidísimo en santidad.
Luego enseñó a su hermano
(comerciante) esta devoción y el hombre hizo admirables
progresos en
santidad. Los jesuitas empezaron a
comprobar que en las casas donde se
practicaba la devoción, las personas se volvían mucho
más fervorosas.
El Corazón de Jesús le dijo: Si quieres agradarme
confía en Mí. Si quieres agradarme más,
confía más. Si quieres agradarme inmensamente,
confía inmensamente en
Mí”.
Tres armas para la
Lucha
Margarita recibió del Señor tres
armas necesarias en la lucha que debía emprender para
lograr la Purificación y la
Transformación:
1ª Arma: Una conciencia delicada y un profundo odio y dolor ante
la más pequeña
falta. Una vez le dijo el Señor cuando Margarita había
cometido una
falta: “Sabe que soy un Maestro santo y enseño la santidad. Soy
puro y no puedo sufrir la más pequeña
mancha. Por lo tanto, es preciso que
andes en mi presencia con simplicidad de corazón en
intención recta y
pura. Pues no puedo sufrir el menor
desvío y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me
ha movido a ser tu
Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según
mis designios, no puedo
soportar las almas tibias y cobardes; y
que si soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo
y exacto en
corregir tus infidelidades”.
Y así confiesa Margarita, que
nada era más doloroso para ella que ver a Jesús
incomodado contra ella, aunque
fuese de manera muy poca; y en comparación a este dolor, nada le
parecían los
demás dolores, correcciones y mortificaciones. Por lo tanto,
acudía inmediatamente a pedir penitencia a su
Superiora cuando cometía una falta, pues sabía que
Jesús sólo se contentaba con
las penitencias impuestas por la obediencia.
Esta arma se fundamenta en su
gran deseo de amar.
2ª Arma: “La
Santa Obediencia”. Lo que más severamente le
reprendía Jesús a Margarita, eran sus faltas de
obediencia, ya sea a sus
superiores o a su Regla. La menor
réplica a los superiores con señales de incomodidad o
repugnancia, le es
insoportable al Señor en un alma religiosa. Una vez,
corrigiéndola le dijo: “Te
engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones
y
mortificaciones en las cuales la voluntad propia hace su
elección y consigue
doblegar la voluntad de las superioras. Oh, yo rechazo todo esto como
fruto corrompido por el propio querer,
el cual en un alma religiosa me causa horror y me gustaría
más verla gozando de
todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que
martirizándose con
austeridades y ayunos por voluntad propia”.
3ª. Arma: “Su Santa Cruz”. La Cruz es el más precioso de
todos sus regalos. Un día después que
ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos
de ella una gran cruz,
cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de
flores y el Señor
le dijo: "He ahí el lecho de mis castas
esposas, donde te haré gustar de mi amor; poco a poco
irán cayendo esas flores
y sólo te quedarán las espinas ocultas ahora, a causa de
tu flaqueza, las cuales
te harán sentir tan vivamente sus punzadas y tendrás
necesidad de toda la
fuerza de mi amor para soportar el sufrimiento”.
Era de esta forma intensa y
purificadora que el Señor obraba sus designios en el
corazón de Margarita. Él, para desatar cada vez
más de su alma el
afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso
permitir que
viniese sobre ella continuas humillaciones
y desprecios. Pero no dejaba por
ello el Señor de suplirle todas las gracias necesarias.
En otra ocasión le dijo el
Señor: “Has de querer como si no
quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a Mí. No debes
buscar algo fuera de Mí, pues de lo contrario,
injuriarías a mi poder y me ofenderías gravemente ya que
yo quiero ser sólo
todo para ti”.
Jesús le
comunicó una parte de sus terribles angustias en
Getsemaní y la quiere víctima
inmolada. Ella le dice a Jesús: “Nada
quiero sino tu amor y tu cruz y esto me basta para ser Buena Religiosa,
que es
lo que deseo”.
Revelaciones del “Corazón de Jesús”a Santa Margarita
María Alacoque Vidente del Sagrado Corazón de Jesús
Primera Revelación
El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan
Apóstol,
Margarita María que llevaba sólo 14 meses de profesa y
con 26 años, se encontraba
como de costumbre arrodillada ante el Señor en el
Santísimo Sacramento expuesto
en la capilla. Era el momento de la
primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta
así:
“Estando yo delante del Santísimo
Sacramento, me encontré toda penetrada por su divina presencia.
El Señor me hizo reposar por muy largo
tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las
maravillas de
su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.
Él me
dijo: “Mi Divino Corazón está tan
apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti que, no
pudiendo
contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester
que las derrame
valiéndose de ti y se manifieste a ellos, para enriquecerlos con
los preciosos
dones que te estoy descubriendo, los cuales contienen las gracias
santificantes y saludables necesarias para separarles
del abismo de perdición. Te he elegido
como un abismo de indignidad y de ignorancia a fin de que sea todo
obra mía”.
Y continua Margarita: “Luego me
pidió el corazón, el cual yo le suplicaba que lo tomara y
lo cual hizo,
poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo
hizo ver como un
pequeño átomo que se consumía en el horno
encendido del suyo, de donde lo sacó
como una llama encendida en forma de corazón poniéndolo a
continuación en el
lugar de donde lo había tomado, diciéndome al mismo
tiempo: “He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda
de mi amor que encierra en tu costado una chispa de sus más
vivas llamas, para
que te sirva de corazón y te consumas hasta el último
instante y cuyo ardor no
se extinguirá ni enfriará. De tal modo
te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará
más humillaciones que
consuelos. Como prueba de que la gracia
que te acabo de conceder no es algo imaginario, aunque he cerrado la
llaga de
tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el
presente sólo has
tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de
discípula muy amada de mi
Sagrado Corazón”.
Después de este favor tan grande,
Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y
embriagada y tan fuera de
sí que podía hablar y comer solamente haciéndose
una gran violencia.
Ni siquiera podía compartir
lo sucedido con su Superiora, lo cual tenía gran deseo de hacer.
Tampoco podía dormir, pues la llaga cuyo
dolor le era tan grato y engendraba en ella tan vivos ardores, que la
consumía
y la abrasaba toda.
A partir de la primera
revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes
de mes una
reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le
sucedería hasta su
muerte. Estos eran los momentos
particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que
quería de ella y
para descubrirle los secretos de su amable Corazón.
Entre estas visitas, le decía el
Señor: “Busco una víctima para mi
Corazón que quiera sacrificarse como hostia de inmolación
en el cumplimiento de
mis designios”.
En su gran humildad
Margarita le presentó varias almas que, según ella
corresponderían más
fielmente. Pero el Señor le respondió
que era ella a quien había escogido. Esto no era sino
ocasión de confusión para Margarita, pues su temor era
que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor
recibía.
Unos dos o tres meses después de
la primera aparición, se produjo la segunda revelación.
Escribe Margarita: “El Divino Corazón se me presentó
en un trono de llamas más brillante que el sol y transparente
como el cristal, con
la llaga adorable rodeado de una corona de espinas y significando las
punzadas
producidas por nuestros pecados y una cruz en la parte superior (...)
el cual
significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación,
es decir desde
que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en
la cruz, quedando lleno
desde el primer momento, de todas las amarguras que debían
producirle las
humillaciones, la pobreza, el dolor y el menosprecio que su Sagrada
Humanidad iba a sufrir durante todo
el curso de su vida y en Su Santa Pasión.”
Y
continúa Margarita: “Me hizo ver que el ardiente deseo que
tenía de ser amado
por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el
que los
precipita Satanás en gran número, le había
hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los
hombres, con todo los tesoros de amor,
de misericordia, de gracias, de santificación y de
salvación que contiene, a
fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor
y la
gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los
divinos
tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de
honrar bajo la
figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver
expuesta y llevada por mi
sobre el corazón, para grabar en el su amor y llenarlo de los
dones de que está
repleto y para destruir en él todos los movimientos desordenados.
Que esparciría sus gracias y bendiciones
por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle
honores
y que tal bendición sería como un último esfuerzo
de su amor, deseoso de
favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la
Redención amorosa a fin
de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar,
para ponernos
en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en
el
corazón de todos los que se decidan a abrazar esta
devoción”.
En esta
segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a
descubrir sus intenciones y
formular sus promesas. La imagen del
Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente
amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones y
el
Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o
llevase sobre el
pecho en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y
bendiciones a
quienes lo veneraran. Pero por el
momento Margarita no podía decir algo de lo que había
visto, pues no había
llegado la hora. Estas revelaciones
tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir
mucha oposición y Jesús
tenía mucho más que revelar al mundo por medio de ella.
Primer viernes de
Junio de 1674, fiesta del Corpus Christi.
Escribe Margarita: “Se
hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de
sentirme retirada en mi
interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y
potencias, Jesucristo mi Amado se presentó
delante de mí, todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco
llagas brillantes,
como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de
todas partes,
pero sobre todo, de su adorable pecho, que parecía un horno
encendido; y
habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable
Corazón”.
Entonces Jesús le explicó las
maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su
amor para con
los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta
aparición es más brillante que las demás. Amante
apasionado, se queja del desamor de
los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el
Señor para solicitar
nuestro amor.
Jesús le dirige las siguientes
peticiones:
- Comulgarás tantas veces cuanto la obediencia quiera
permitírtelo.
- Jueves o viernes haré que
participes de aquella mortal tristeza que te reducirá a una
especie de agonía
más difícil de sufrir que la muerte.
- Te levantaré de 11 a 12 de la noche para postrarte
una hora conmigo, el rostro en el suelo.
“Eso - le
dice Jesús a Margarita - fue lo que más me dolió
de todo cuanto sufrí
en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de
amor, tendría por
poco todo lo que hice por ellos y de poder ser aún,
habría querido hacer
más. Más sólo frialdades y desaires
tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame
tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto
te sea dado conforme a tus posibilidades”.
Ante estas palabras, Margarita
sólo podía expresarle al Señor su impotencia;
Él le replicó: “Toma, ahí tienes con qué
suplir cuanto te
falle”. Y del Corazón abierto de
Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó
que la iba a consumir, pues
quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo
que le pidió que tuviese
compasión de su debilidad. Él le respondió:
“Yo seré fortaleza, nada temas, sólo has de estar atenta
a mi voz y a
lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización
de mis
designios”.
Entonces el Señor le describió a
Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la
práctica de la
devoción a su Corazón, junto con su propósito, que
era la reparación.
Finalmente Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que
el demonio levantará para hacerla caer: “Primeramente me
recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la
obediencia tenga a bien
permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello
habrán de
producirse y que recibirás como gajes de mi amor.
Comulgarás además todos los primeros viernes de mes y en
la
noche del jueves al viernes, te haré partícipe de la
mortal tristeza que quise
sentir en el Huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá,
sin que logres
comprenderlo, a una especie de agonía más difícil
de soportar que la muerte.
Para acompañarme en la humilde
plegaria que le elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus
angustias, te
levantarás entre las 11 y las 12 de la
noche para postrarte conmigo durante una hora con la cara al suelo,
tanto para
apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como
para endulzar de
algún modo, la amargura que sentía por el abandono de mis
apóstoles, lo cual me
llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora
conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero oye hija
mía, no creas a la ligera en
todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás
estará rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin
permiso de los
que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la
obediencia, él no
pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los
obedientes”.
Duras pruebas le esperan a Margarita
Después de la aparición,
Margarita sintiéndose que ella estaba fuera de sí y no
sabiendo donde estaba,
le faltaron las fuerzas y cayó desmayada. Sus hermanas
viéndola en tal
condición, la levantaron y la llevaron donde la Madre Superiora.
Ella viendo que Margarita no podía hablar,
ni aún sostenerse, arrodillada ante sus pies, la
mortificó y la humilló con
todas sus fuerzas y cuando Margarita le respondió a su pregunta
de lo sucedido,
contándole todo cuanto había pasado, recargó sobre
ella nuevas humillaciones y
no le concedió nada de cuanto decía que
el Señor le mandaba hacer, mas bien, lo acogió con
desprecio.
El fuego que devoraba a Margarita
por dentro a causa de las revelaciones, le ocasionó una fiebre
continua. Ante esta misteriosa enfermedad, la Madre
Superiora no podía sino sentir miedo y por tanto le dijo a
Margarita: “Pida a Dios su curación, de esta forma sabré
si todo viene del Espíritu del Señor”.
Margarita obedeciendo esta orden,
le expuso todo cuanto le pedía el Señor a su Superiora,
lo cual, no tardó en
restablecerse por completo en su salud por las manos de la Virgen
Santísima; y
así consiguió Margarita el poder cumplir lo que Dios le
pedía.
Pero viendo la Madre
Superiora que continuaban las visiones y no sabiendo que más
hacer para
asegurarse de su veracidad, decide consultar a los teólogos.
Ella creyó que debía obligarla a romper el
profundo silencio que hasta entonces había observado con el fin
de hablar del
asunto con personas de doctrina.
Compareció pues Margarita ante
estos personajes y haciéndose gran violencia para sobrepasar su
extremada
timidez, les contó todo lo sucedido. Mas Dios permitió
que algunos de
los consultados no conocieran la verdad de las revelaciones. Condenaron
el gran atractivo que tenía
Margarita por la oración y la tildaron de visionaria,
prohibiéndole seguir con
sus inspiraciones. Hasta uno de ellos
llegó a aconsejar: “procuren que esta hija se alimente bastante
y todo irá
mejor”. “Se me empezó a
decir - cuenta Margarita- que el diablo era el autor de cuanto
sucedía en mí y
que me perdería si no ponían muy en guardia en contra de
sus engaños e
ilusiones”.
Para Margarita todo esto fue
motivo de gran sufrimiento. No por
razón del rechazo o porque pensaban mal de ella, sino por el
conflicto interno
que le causaba. Llegó a pensar que
ella estaba en el error, pero por más que trataba de resistir
las atracciones
de Dios, no lo lograba. Se sentía
profundamente abandonada, puesto que se le aseguraba que no la guiaba
el
Espíritu de Dios y sin embargo, no lo podía resistir.
Cada vez era mayor la
oposición aún dentro del convento contra Margarita.
Había significativos movimientos de cabeza, miradas
reprobatorias y muecas. Algunas
pensaban que era visionaria. Venía a ser
como la personificación de todo un escuadrón de demonios,
un peligro evidente y
una gran amenaza para todas. Llegó
hasta tal punto la situación, que las hermanas empezaban a
rociarla con agua
bendita cuando pasaba.
El Gran
Triunfo
El Señor
le había prometido a Margarita que su obra triunfaría a
pesar de todos los
obstáculos. Esta promesa empezó a
cumplirse cuando, a los primeros días de febrero de 1675, le
envió al jesuita Padre Claudio Colombière. En cuanto este
santo sacerdote habló con
Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo
cual comunicó
inmediatamente a la Madre Superiora. Ante el juicio del Padre Claudio,
quien era reconocido por su sabiduría y
santidad, la Madre pudo por fin descansar y le ordenó a
Margarita que le
contase todo al Padre Colombière.
Cuarta
Revelación
Fue bajo esta nueva aceptación
que se dio la cuarta y última revelación que se puede
considerar como la más
importante. El Señor quería establecer
en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado
Corazón de Jesús.
Sucedió esta revelación en el
curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea entre
el 13 y el 20
de junio. Cuenta Margarita: "Estando ante el Santísimo
Sacramento un día de su octava y
queriendo tributarle amor por su tan gran amor, me dijo el
Señor: “No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo
que tantas veces te he pedido ya”.
Entonces, el Señor le descubrió su Corazón y le
dijo: “He aquí el Corazón que tanto ha
amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de
agotarse y
consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación,
sólo recibe de la mayoría de ellos, ingratitudes por
medio de sus irreverencias
y sacrilegios, así como de las frialdades y menosprecios que
tienen para
conmigo en este Sacramento de Amor. Pero lo que más me duele es
que se porten así los corazones que se me
han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de
la octava del
Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón y
que se
comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los
ultrajes por él recibidos
durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares.
También te prometo que mi Corazón se
dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su
divino amor sobre
quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”.
El Padre Colombière le ordenó a Margarita que
cumpliese plenamente la voluntad del Señor. Y que también
escribiese todo lo que le había revelado. Margarita
obedeció a todo lo que se le
pidió, pues su más grande deseo era que se llegase a
cumplir los designios del
Señor.
Pasarían más de diez años antes que
se llegase a instituir la devoción al Sagrado Corazón de
Jesús en el monasterio
de La Visitación. Serían diez años muy
duros para Margarita. La Madre
Superiora que por fin llegó a creer en ella, fue trasladada a
otro monasterio;
pero antes de irse, ordena a Margarita a que relatara ante toda la
comunidad
todo cuanto el Señor le había revelado. Ella
accedió sólo en nombre de la santa obediencia y les
comunicó a
todas lo que el Señor le había revelado incluyendo los
castigos que Él haría
caer sobre la comunidad y sobre ellas. Y cuando todos enfurecidos
empezaron a hablarle duramente, Margarita se
mantuvo callada, aguantando en humildad todo cuanto le decían.
Al día siguiente, la
mayoría de las monjas sintiéndose culpables de lo que
habían hecho, acudían a
la confesión. Margarita
entonces oyó que el Señor le
decía que ese día por fin llegaba la paz de nuevo al
monasterio y que por su
gran sufrimiento, su Divina Justicia había sido aplacada.
En contra de su voluntad,
Margarita fue asignada como maestra de novicias y asistente a la
superiora. Esto llegó a ser parte del plan del Señor para
que por
fin se empezara a abrazar la devoción del Sagrado Corazón
de Jesús. Sin embargo Margarita nunca llegó a ver
durante su vida en la tierra el pleno reconocimiento de esta
devoción.
En la tarde del 17 de
octubre de 1690, habiendo Margarita indicado previamente como el
día de su
muerte, encomendó su alma a su Señor,
quien ella había amado con todo su corazón. La Santa
tenía 43 años de edad y 18 años de
profesión religiosa. Pasaron solo tres años
después de su muerte cuando el Papa Inocencio XIII empezó
un movimiento que
abriría las puertas a esta devoción. Proclamó una
bula papal dando indulgencias a todos los monasterios
Visitantinos, que resultó en la institución de la fiesta
del Sagrado
Corazón de Jesús en la mayoría de los monasterios.
En 1765 el Papa Clemente XIII introdujo la
fiesta en Roma y en 1856 el Papa Pío IX extendió la
fiesta a toda la Iglesia;
finalmente en 1920, Margarita fue elevada a los altares por el Papa
Benedicto
XV.
Los tres
ardientes deseos de Santa Margarita María
► Deseo de amar a Dios y recibir la santa comunión
► Deseo de padecer. A
consecuencia del deseo de amar, quería dar su vida, puesto que
no tenía nada más que dar
► Deseo de morir, así podría unirse con su
gran Amor. Pero se conformaba con vivir hasta el día del Juicio,
si esto era
la
voluntad de Dios. Esta
separación le dolía más que mil muertes.
Santa
Margarita era muy sensible, era tímida, juiciosa y discreta, de
buen espíritu,
temperamento constante, corazón caritativo hasta lo imposible.
Tenía poca educación formal y sin embargo
una profunda sabiduría sobre las verdades sobrenaturales.
Tenía un gran juicio y valentía para ser
fiel a la verdad. Sabía perdonar de
corazón. Las más humillantes
persecuciones que soportó quedaron para siempre sepultadas hasta
llegar a ser
extremadamente atenta para cuantos la hicieron sufrir. Inmolaba su ser
continuamente por amor en
adoración y anonadamiento.
SAN CLAUDIO DE LA
COLOMBIÈRE
San Claudio de la Colombière,
sacerdote jesuita, fue el primero en creer en las revelaciones
místicas del
Sagrado Corazón recibidas por Santa Margarita en el convento de
Paray-le-
Monial, Francia. Gracias a su apoyo,
la Superiora de Margarita llegó también a creerla. La
devoción al Sagrado
Corazón comenzó a propagarse. San
Claudio no sólo creyó sino que, en adelante dedicó
su vida a propagar la
devoción, siempre unido espiritualmente a Santa Margarita en
cuyo
discernimiento confiaba plenamente.
Sacerdote santo y sabio que
supo discernir muy bien la auténtica intervención divina
en el alma de Santa
Margarita, a pesar que hasta entonces todos los teólogos y las
religiosas la despreciaban y
hasta algunos la tenían por posesa.
Se dice que cuando Claudio entró
a la Compañía de Jesús, era mas bien robusto, de
carácter muy alegre, de
elevados ideales, prudente y agradable. La vida religiosa no hizo sino
desarrollar sus dones naturales. Su inteligencia innata se
acostumbró a los
juicios agudos y certeros; también amaba las bellas artes y
sostuvo una
correspondencia con Oliverio PATRU, miembro de la Academia Francesa,
quien
alababa mucho sus escritos.
Dos meses después de haber hecho
la profesión solemne, en febrero de 1675, Claudio fue nombrado
superior del
colegio de Paray-le-Monial. Por una
parte, era un honor excepcional confiar
a un joven profeso el gobierno de una casa; pero por otra parte, la
pequeña
comunidad de Paray, que sólo tenía 4 o 5 padres, era
insignificante para las
grandes dotes de Claudio.
En realidad se trataba de un
designio de Dios para ponerle en contacto con un alma que necesitaba de
su
ayuda: Margarita María Alacoque. Dicha
religiosa se hallaba en un período de perplejidad y
sufrimientos, debido a las
extraordinarias revelaciones de que la había hecho objeto el
Sagrado Corazón,
cada día más claras e íntimas. Siguiendo las
indicaciones de su superiora, la madre de Saumaise, Margarita
se había confiado a un sacerdote muy erudito, pero que
carecía de conocimientos
de mística. El sacerdote dictaminó que
Margarita era víctima de los engaños del demonio, cosa
que acabó de
desconcertar a la santa.
Movido por las oraciones de
Margarita, Dios le envió a su fiel siervo y perfecto amigo:
Claudio de la
Colombière. El Padre La
Colombière fue en una ocasión a predicar a la comunidad
de La Visitación. “Mientras él nos hablaba
-escribió
Margarita- oí en mi corazón estas palabras: “He
aquí el que te he
enviado”.
Desde la primera vez que
Margarita fue a confesarse con él, éste la trató
como si estuviera al tanto de
lo que le sucedía. La santa sintió una
repugnancia enorme a abrirle su corazón y no lo hizo, a pesar de
que estaba
convencida de que la voluntad de Dios era que se confiase al santo. En
la siguiente confesión, el Padre le dijo
estar muy contento de ser para ella una ocasión de vencerse y,
“en seguida”
dice Margarita y sin hacerme el menor daño, puso al descubierto
cuanto de bueno
y de malo había en mi corazón, me consoló mucho y
me exhortó a no tener miedo a
los caminos del Señor, con tal de que permaneciese obediente a
mis superiores,
reiterándome a entregarme totalmente a Dios, para que Él
me tratase como
quisiera. El Padre me enseñó a apreciar
los dones de Dios y a recibir sus comunicaciones con fe y humildad”.
Este fue el gran servicio del Padre La
Colombière a Margarita María. Por otra
parte, el santo trabajó incansablemente en la propagación
de la devoción al
Sagrado Corazón, pues veía en ella el mejor
antídoto contra el jansenismo.
Testimonio ante la persecución
El santo no tuvo mucho tiempo en
Paray porque su siguiente ocupación fue muy diferente. Por
recomendación del P. La Chaize, que era
el confesor de Luis XIV, sus superiores le enviaron a Londres como
predicador
de María Beatriz D’Este, duquesa de Cork.
El santo predicó en Inglaterra con el ejemplo y la palabra. El
amor al Sagrado Corazón era su tema favorito. El proceso de
beatificación
habla de su apostolado en Inglaterra y de los numerosos protestantes
que
convirtió. La posición de los
católicos en aquel país era extremadamente difícil
debido a la gran hostilidad que había contra
ellos. En la corte se formó un
movimiento para excluir al Duque de Cork, que se había
convertido al
catolicismo, de la sucesión a la Corona sustituyéndole
por el príncipe de
Orange o algún otro candidato. El infante Titus Oates y sus
secuaces inventaron
la historia de un “complot de los papistas” en el que el Padre La
Colombière se hallaría complicado con el resto de los
católicos. El complot tenía por objeto
según los calumniadores, el asesinato del Rey Carlos II y la
destrucción de la
Iglesia de Inglaterra. Claudio fue
acusado de ejercer los ministerios sacerdotales y de haber convertido a
muchos
protestantes. Aunque fue hecho
prisionero, la intervención de Luis XIV impidió que se
sellase su vida con el
martirio y el santo fue simplemente desterrado de ese país.
La prisión había acabado con su débil
salud. A su retorno a Francia en 1679, el santo ya estaba
mortalmente enfermo; aunque en algunas temporadas se rehacía un
poco y podía
ejercer los ministerios sacerdotales, una enfermedad de los
riñones no le
dejaba reposo. Sus superiores pensaron
que los aires del campo podrían ayudarle a recobrar la salud y
lo enviaron a
Lyón y a Paray.
Durante una de sus
visitas a ésta última ciudad, Margarita María le
avisó que él moriría ahí. El P. Claudio
llega a Paray en
abril de 1681, enviado por los médicos en busca de la salud que
le negaban
otros climas; así hubo comunicación entre él y la
Hermana Margarita. Hablando de los ardores de sus almas y
proyectos apostólicos a favor del Sagrado Corazón.
Aquí se agravó la enfermedad del P. Claudio y estaba
listo para
ir a otros climas, pero Santa Margarita avisa que si le era posible sin
faltar a
la obediencia, se quedara en Paray; y le envía este mensaje:
“Él me ha dicho
que quiere aquí el sacrificio de vuestra vida”. Con tan
categórica afirmación, deshizo todos los preparativos
del viaje.
En efecto, después de haber dado
maravilloso ejemplo de humilde y paciencia, Claudio de la
Colombière entregó su alma a Dios al atardecer del 15
de febrero de 1682. Al día siguiente
Santa Margarita María recibió el aviso del cielo de que
Claudio
se hallaba ya en la gloria y no necesitaba de oraciones. Así
escribió a una persona devota del
querido difunto: “Cesad en vuestra aflicción. Invocadle. Nada
temáis. Ahora tiene más poder que nunca para
socorrernos”.
El Padre
Claudio fue beatificado en 1929 y Su Santidad Juan Pablo II lo
declaró Santo en
1992. La Iglesia Universal celebra su
fiesta el día 15 de febrero.